Si hay un animal que sufre los avatares de la caza mayor, ese es el ciervo. La pobre criatura ni siquiera es agresiva con los humanos y ahí la tienes, blanco de todas las escopetas. Se comprende que si hablamos de caza hablamos también de un fin comedidamente noble: alimentarse. Así que no queda otra, amigo ciervo, has nacido para recorrer el bosque a saltitos y tener a todos los cazadores del mundo tras de ti. Imagínate hasta qué punto tiene su papel asumido, que incluso ya existen los juegos de matar ciervos, en los que el jugador puede experimentar la sensación de ir a disparar contra los bichos en cuestión. Claro que es mejor que estos sean pixelados y habiten un mundo eminentemente de ficción. Uno en el que incluso tendrán una oportunidad de sobrevivir ocultándose tras montículos de nieve. Luego, para el mal tirador, también los hay con tantos ciervos en continuo movimiento de un lado a otro que no acertar sobre uno sería raro. Y es que estos juegos de matar ciervos son muy democráticos... menos con los ciervos, claro.
